sábado, 12 de abril de 2008

¿Viene el hombre del mono?

Como lo prometido es deuda, hoy voy a retomar el tema de la Teoría de la Evolución de Darwin. Voy a intentar partir de lo que conoce todo el mundo y arrastrar lentamente al lector hacia mi terreno (el de la duda!! :p). Puede que os guste o que no: me conformo con sembrar la duda o el interés por investigar las alternativas que existen en lugar de aceptar ciegamente lo que se nos dijo cuando pensábamos que los profesores siempre tenían razón.


Darwin y su teoría de la evolución
El biólogo británico Charles Darwin propone en 1859 una teoría de la evolución de los seres vivos, cuyo axioma principal es el proceso de selección natural. Darwin defendió la idea de un cambio sucesivo y gradual de los seres vivos alentado por la lucha por la supervivencia, que daría origen al surgimiento de nuevas especies a partir de otras ya existentes. Estos cambios, según Darwin, consistirían en mutaciones genéticas que se dan de forma azarosa y proporcionan a los individuos que las sufren unas características ventajosas para la supervivencia frente a los demás miembros de su especie. Estos individuos "mutantes" sobrevivirían con mayor probabilidad que los que no hubieran sufrido tales mutaciones y transmitirían su material genético a la descendencia.

Un ejemplo de la acción de la selección natural
En una población natural, los individuos presentan variaciones heredables. Por ejemplo, algunas jirafas nacen con las patas delanteras y el cuello más largos. Si la población dispone de abundante alimento, tener un cuello tan largo no supone ninguna ventaja; sin embargo, en un período de escasez, las jirafas de cuello largo tendrán ventaja sobre las de cuello corto, pues podrán acceder a las hojas más altas de los árboles. Así, las jirafas de cuello largo podrán sobrevivir mejor y dejar más descendientes, que también serán portadores de esta característica. De esta forma, generación tras generación, aquellas características que proporcionen alguna ventaja para la supervivencia del individuo tenderán a imponerse en la población, por lo que ésta irá cambiando de forma gradual hasta que todos sus miembros tengan el cuello más largo.

Datos encontrados a favor del proceso de selección natural
La teoría darwiniana puede explicar con éxito variedad de cambios modernos. Por ejemplo, los científicos han logrado demostrar que el tamaño promedio del pico de unas aves de las Islas Galápagos cambió en respuesta a patrones del clima; o que la proporción de polillas moteadas en Inglaterra cambió cuando por efectos de la contaminación las de color claro se hicieron más visibles a los depredadores que las de color oscuro; o que bacterias "mutantes" han sobrevivido al hacerse resistentes a los antibióticos.

¿Cuál es el problema entonces? La siguiente pregunta a plantearnos es: ¿Puede la selección natural propuesta por Darwin explicar cualquier tipo de cambio en las especies?
Los ejemplos anteriores ilustran la selección natural en acción. Sin embargo, todos ellos incluyen sólo unas pocas mutaciones, y el organismo mutante que resulta no es muy diferente de su ancestro. Para que la evolución pudiera explicar todas las formas de vida, una serie de mutaciones tendría que producir tipos de criaturas muy diferentes, y esto aún no ha sido demostrado.


La complejidad irreductible
La teoría de Darwin hace aguas cuando se tiene en cuenta este concepto. Por complejidad irreductible, se entiente un único sistema compuesto por varias partes que interactúan entre sí y que contribuyen a su función básica, donde la eliminación de cualquiera de ellas provoca que el sistema deje de funcionar. Pues bien, estaremos de acuerdo entonces en que, si un sistema es irreductiblemente complejo, por definición, cualquier precursor suyo no funciona (porque todas las piezas son necesarias para que el sistema lleve a cabo su función).
Pongamos un ejemplo ilustrativo... Supongamos que tenemos delante una bombilla y observamos sus partes: un filamento muy fino de wolframio, una envoltura de vidrio, gas inerte, alambres de contacto, alambres de soporte, una base de contacto, un soporte de vidrio, un casquillo metálico, aislamiento, un pie de contacto eléctrico... Todos estos elementos son imprescindibles para lograr alcanzar la función última de la bombilla: alumbrar. Si alguno de estos pequeños elementos falla, nos quedaremos sin luz, ¿verdad?

¿Existe algún sistema bioquímico que sea irreductiblemente complejo?
En los seres vivos se puede encontrar multitud de estos sistemas irreductiblemente complejos. Por ejemplo, una célula o cualquiera de sus componentes: ribosomas, cilios, mitocondrias, lisosomas, aparatos de Golgi, centriolos, la propia membrana; también cualquiera de los procesos que tienen lugar en las distintas estructuras (por ejemplo, el mecanismo de potenciación a largo plazo, o la fotosíntesis de los vegetales). Yo diría que cualquier elemento de un ser vivo es irreductiblemente complejo. ¿Qué ocurriría si se dañara algún elemento implicado en la visión? ¿Qué pasa con un ser vivo si un órgano cualquiera deja de funcionar?


A ver, una vez expuesto el concepto de complejidad irreductible, y ya que hemos observado que parece ser una característica inherente a los seres vivos, ahora es cuando llegamos al punto culminante... El problema es que... ¡la selección natural requiere una función para seleccionar! Un sistema irreductiblemente complejo no puede ser producido gradualmente por modificaciones leves sucesivas de un sistema precursor; porque como hemos visto antes, cualquier precursor de un sistema irreductiblemente complejo, por definición no funciona. ¿Cómo se van a seleccionar estructuras intermedias que aún no sirven para nada para dar paso a una estructura posterior perfecta?

En El Origen de las Especies (1859), Darwin escribió:
"Si pudiera ser demostrado que cualquier órgano complejo existiera que no fuera posible que se hubiera formado por numerosas y sucesivas ligeras modificaciones, mi teoría quedaría destruída".

Parece que el propio Darwin sabía que cuando la ciencia avanzara se descubrirían datos que no terminarían de cuadrar con su teoría. La selección natural de Darwin explica muy bien las pequeñas modificaciones que sufren las especies para adaptarse al medio, pero no la transformación de una especie en otra de tal forma que se vayan desarrollando gradualmente mecanismos cada vez más complejos. La ciencia aún no tiene respuesta para esto último: habrá que seguir investigando. Lo interesante es que la Teoría de la Evolución de Darwin no es la única alternativa de que disponemos para intentar explicar el origen del hombre, aunque ésta se presente a los alumnos en los centros educativos como una verdad absoluta e irrevocable. Qué coraje, ¿por qué limitarán de esa forma la formación del juicio independiente? Con las clases de Historia pasa lo mismo: sólo nos enseñan los hechos desde una perspectiva, cuando sabemos que los hechos se ven muy diferentes según quien los cuente. Por ejemplo, a nosotros nos enseñan el "descubrimiento" de América en las escuelas, pero es que ellos ya "se habían descubierto" antes de que llegara Colón a sus tierras.

Para terminar, me gustaría añadir que muchos científicos no aceptan la Teoría de la Evolución de Darwin como explicación del origen de la vida y del hombre, y que la investigación científica sobre el origen de la vida se halla en fase de exploración y todas sus conclusiones son provisionales (al contrario de lo que dan a entender en colegios e institutos).

Gracias por leer hasta aquí. Espero haber hecho pensar sobre esto a más de uno. :)


1 comentario:

Frank Lhermitte dijo...

Vaya tocho...

En fin, la "teoría de la evolución" a secas está obsoleta desde el momento que apareció la "teoría Mendeliana"

Básicamente: "no se puede crear una novedad desde 0. Tiene que haber algo parecido en los genes"

Ya hablamos "in person" otro día.