A las 9:30 h. de la mañana me sonó el despertador, pero no me levanté hasta las 10 h. Ya sabéis, aquello de "5 minutos más..."
Después de desayunar (no sin esfuerzo, porque no me apetecía nada), pensé que podría leer un ratito antes de ponerme a estudiar; aunque al final se convirtió en casi una hora. Cuando conseguí dejar "el vicio", me dispuse a buscar los apuntes para ponerme ya a estudiar; pero se me ocurrió que debía ordenar primero la montaña de ropa que desde hacía ya varios días trasladaba desde la silla del escritorio a encima de la cama y viceversa pensando "de mañana no pasa". Afortunadamente, de hoy no pasó. :)
Tras este duro esfuerzo me puse a ordenar los apuntes y toda una suerte de papeles que se amontonaban sobre el escritorio sin orden ni concierto, hasta que por fin terminé y saqué de la carpeta correspondiente un par de tochones de Intervención Psicoeducativa en Mayores dispuesta a liquidármelos con celeridad. Miré el reloj: las 2. Coloqué los apuntes sobre la cama y encendí el ordenador.
Después de comer estuve hasta casi las seis viendo una película de la que ni siquiera me quedé a ver el final porque pusieron demasiados anuncios y la hora se me estaba echando encima. Sin embargo, pensé que podría terminar en "un momentito" lo que empecé a hacer con el ordenador antes de comer. Desde ese momento hasta las 21 h. el tiempo ha volado, las horas se me han esfumado sin que haya podido percatarme de ello. Suena el teléfono: es Teron. Después de hablar con él, tenía que hacer un par de llamadas a compañeras del coro, así que me pilló la hora de cenar.
Y aquí estoy, de nuevo delante del ordenador, horrorizada ante la revisión que he hecho del día de hoy. Lo peor es que durante todo el día he pensado que me iba a poner a estudiar de forma inminente, pero ese momento no ha llegado nunca. Las horas han pasado hoy por delante mía sin saludarme siquiera. Será que tenían prisa.
Tras este duro esfuerzo me puse a ordenar los apuntes y toda una suerte de papeles que se amontonaban sobre el escritorio sin orden ni concierto, hasta que por fin terminé y saqué de la carpeta correspondiente un par de tochones de Intervención Psicoeducativa en Mayores dispuesta a liquidármelos con celeridad. Miré el reloj: las 2. Coloqué los apuntes sobre la cama y encendí el ordenador.
Después de comer estuve hasta casi las seis viendo una película de la que ni siquiera me quedé a ver el final porque pusieron demasiados anuncios y la hora se me estaba echando encima. Sin embargo, pensé que podría terminar en "un momentito" lo que empecé a hacer con el ordenador antes de comer. Desde ese momento hasta las 21 h. el tiempo ha volado, las horas se me han esfumado sin que haya podido percatarme de ello. Suena el teléfono: es Teron. Después de hablar con él, tenía que hacer un par de llamadas a compañeras del coro, así que me pilló la hora de cenar.
Y aquí estoy, de nuevo delante del ordenador, horrorizada ante la revisión que he hecho del día de hoy. Lo peor es que durante todo el día he pensado que me iba a poner a estudiar de forma inminente, pero ese momento no ha llegado nunca. Las horas han pasado hoy por delante mía sin saludarme siquiera. Será que tenían prisa.
2 comentarios:
Te comes demasiado la cabeza. ¿Lo sabías?
:p
Lo sé. Es bueno para algunas cosas y malo para otras. ;)
Publicar un comentario