El sábado pasado me dispuse a sacar una bicicleta del servicio Sevici en Sevilla. Tras pasar mi tarjeta por el lector, marcar mi número PIN y elegir la bicicleta que quería, la máquina me dijo que la cogiera, teniendo dos minutos para hacerlo. Cuál fue mi sorpresa (y mi indignación) cuando descubrí que la borneta a la que se encontraba anclada la bicicleta no estaba dispuesta a soltarla. Volví con mi tarjeta a la maquinita, que decía que tenía una bicicleta prestada y que la borneta en la que aún se encontraba la bicicleta estaba libre.
En las estaciones hay un número de atención por si ocurren estos errores, que, aunque a mí no me había pasado nunca, sé por muchas personas que hasta entonces habían tenido peor fortuna que es un hecho que se encuentra a la norma del día. Pues bien, resulta que el número es un 902. Menos mal que ya me habían soplado el número fijo al que corresponde, que no aparece por ningún sitio en las estaciones de bicicletas de Sevici. Lo pongo aquí para que no sigan robando el dinero a los desafortunados usuarios que se ven obligados a utilizarlo:
902 01 10 32 = 954 51 68 85
Resulta que, cuando coges prestada una de esas bicicletas, tienes media hora para devolverla. A partir de esa media hora comienzan a cobrarte dinero por cada hora que pase. Además, cuando sacas una bicicleta eres responsable que lo que le pase.
Ante esta situación cogí el móvil y marqué el número fijo correspondiente al 902. Me salió un contestador: los sábados por la tarde y los domingos no atienden el teléfono; así que me empezarían a cobrar desde que pasase la primera media hora y hasta que el técnico fuera el lunes a ver qué pasaba. Otras personas me habían dicho que zarandeando la bicicleta a veces se solucionaba el problema; pero tras pelearme con la bicicleta y la borneta largo rato, acabé exhausta, con agujetas y la desesperación en aumento. No tuve más remedio que resignarme y esperar. El lunes por la mañana entré en la página web del servicio, y tal y como yo pensaba, mi cuenta estaba en números rojos: el servicio que no había utilizado me había costado 37,50 €. Rápidamente cogí el teléfono (se volvieron a embolsar otra llamada) para intentar arreglarlo. Una mujer me dijo que ya estaba solucionado, que no me habían cobrado nada y que la página web a veces tarda un poco en actualizarse. Afortunadamente, recargué la página y el error se había subsanado. Final feliz para un fin de semana de llamadas, e-mails y desesperación.
En las estaciones hay un número de atención por si ocurren estos errores, que, aunque a mí no me había pasado nunca, sé por muchas personas que hasta entonces habían tenido peor fortuna que es un hecho que se encuentra a la norma del día. Pues bien, resulta que el número es un 902. Menos mal que ya me habían soplado el número fijo al que corresponde, que no aparece por ningún sitio en las estaciones de bicicletas de Sevici. Lo pongo aquí para que no sigan robando el dinero a los desafortunados usuarios que se ven obligados a utilizarlo:
902 01 10 32 = 954 51 68 85
Resulta que, cuando coges prestada una de esas bicicletas, tienes media hora para devolverla. A partir de esa media hora comienzan a cobrarte dinero por cada hora que pase. Además, cuando sacas una bicicleta eres responsable que lo que le pase.
Ante esta situación cogí el móvil y marqué el número fijo correspondiente al 902. Me salió un contestador: los sábados por la tarde y los domingos no atienden el teléfono; así que me empezarían a cobrar desde que pasase la primera media hora y hasta que el técnico fuera el lunes a ver qué pasaba. Otras personas me habían dicho que zarandeando la bicicleta a veces se solucionaba el problema; pero tras pelearme con la bicicleta y la borneta largo rato, acabé exhausta, con agujetas y la desesperación en aumento. No tuve más remedio que resignarme y esperar. El lunes por la mañana entré en la página web del servicio, y tal y como yo pensaba, mi cuenta estaba en números rojos: el servicio que no había utilizado me había costado 37,50 €. Rápidamente cogí el teléfono (se volvieron a embolsar otra llamada) para intentar arreglarlo. Una mujer me dijo que ya estaba solucionado, que no me habían cobrado nada y que la página web a veces tarda un poco en actualizarse. Afortunadamente, recargué la página y el error se había subsanado. Final feliz para un fin de semana de llamadas, e-mails y desesperación.
1 comentario:
Qué mal lo pasamos los dos...
Seguro que mucha gente busca esta entrada ^^
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