Ya estamos llegando al final de la Semana Santa. Hoy recordamos la muerte de nuestro Señor Jesucristo, y mañana procesiona la cofradía del Santo Entierro.
Esta cofradía consta normalmente de tres pasos (a excepción de cuando sale el Santo Entierro Grande): el Triunfo de la Santa Cruz sobre la muerte, el Cristo Yacente en la urna y el Paso del Duelo.
En el primer paso se proclama la resurrección de Cristo como instrumento para la redención del mundo, el perdón de los pecados y la victoria sobre el demonio. En él aparece, sobre una estructura que recuerda al Gólgota ("Gólgota" significa calavera; es el monte donde crucificaron a Jesús), la Santa Cruz, en la que están apoyadas dos escaleras que recuerdan a las que sirvieron a José de Arimatea y Nicodemo para descender el Cuerpo de Jesús. Al pie de la cruz se encuentra la muerte personificada en un esqueleto humillado y abatido (la canina), sentado sobre un globo que figura el mundo. Tiene colocada la mano derecha sobre la cabeza, en un gesto desconsolado de impotencia ante la derrota; mientras que con la izquierda empuña una guadaña. A su izquierda aparece un dragón con una manzana en la boca, evocando el pecado de Adán y Eva, que trajo la muerte sobre la posteridad.
Colgando de la cruz hay una faja negra en la que puede leerse la inscripción en latín "Mors Mortem Superavit", que significa "la muerte venció a la propia muerte".
El segundo paso de la comitiva es para mí uno de los más impresionantes que existen. En él se expone el cuerpo sin vida del Señor. La música que lo acompaña pone los pelos de punta (suelen ser tres instrumentos de viento: oboe, clarinete y fagot), y la solemnidad de la cofradía no deja indiferente a nadie. Hay también una agrupación coral que ahora mismo no recuerdo en qué lugar de la comitiva va.
En el último paso de la procesión aparecen San Juan Evangelista, las tres Marías, José de Arimatea y Nicodemo (uno de los dos lleva un rollo con la licencia de Pilatos para enterrar el cuerpo del Señor) junto a la Virgen María. Cuando pienso en la pasión y muerte de Jesús, siempre me acuerdo mucho de su Madre, que fue quien peor lo tuvo que pasar.
Hoy ha muerto Jesús. Sin embargo, como bien intuye la canina, pronto vencerá a la muerte. Hace algunos años me hervía la sangre al recordar la pasión del Señor: Él es inocente y no entendía por qué tuvo que morir así. Deseaba poder estar allí cuando le condenaron para intentar impedirlo. Luego entendí que es algo doloroso, pero tenía que pasar.
Del Evangelio según San Juan (Jn. 19, 25-42):
"Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre y la hermana de su Madre, María la de Cleofás y María Magdalena. Jesús, pues, viendo a su madre y junto a Ella al discípulo a quien amaba, dijo a la Madre: ¡Mujer, he ahí a tu hijo! Luego dijo al discípulo: ¡He ahí a tu Madre! Y desde aquella hora la recibió el discípulo consigo. Después, sabiendo Jesús que ya todo estaba acabado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: "Tengo sed" (Sal. 69, 22). Había allí un vaso lleno de vinagre. Entonces pusieron en un hisopo una esponja empapada en vinagre, y se la acercaron a la boca. Cuando Jesús gustó el vinagre, dijo: "(La Escritura) está cumplida" (Sal. 69, 22). E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos (como era la Preparación, para que no quedaran en la Cruz los cuerpos el sábado, porque era un día grande el de aquél sábado) pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran. Vinieron, pues, los soldados y quebraron las piernas al primero, y también al otro que había sido crucificado con él; mas, cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados con la lanza le hirió el costado, y al punto salió sangre y agua. Y el que lo ha visto ha dado testimonio, y su testimonio es veraz, y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. Porque esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: "No quebranteréis ni uno de sus huesos" (Ex. 12, 46). Y también otra escritura dice: "Mirarán al que traspasaron" (Zac. 12, 10).
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, rogó a Pilato, pero a escondidas, por miedo a los judíos, llevarse el cuerpo de Jesús y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y se llevó el cuerpo. Vino también Nicodemo, el que fuera a Él de noche al principio, trayendo una mezcla de mirra y de aloe como de unas cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo fajaron con vendas y con perfumes, según la costumbre que tienen los judíos de amortajar. En el lugar donde fue crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual no habían puesto a nadie todavía; allí por causa de la Preparación de los judíos, por estar cerca el sepulcro, pusieron a Jesús."