domingo, 6 de marzo de 2016

El sol, la carretera, la Música y tú...


Vas conduciendo por una carretera convencional de la provincia de Soria.  En la radio suena esta pieza de fondo.  El sol ha salido.  Lleva días sin aparecer.  Te acaricia la piel suavemente.  Te reconforta.  El sol de invierno es suave, delicado, respetuoso...  Calienta tímidamente y te hace sentir bien.  A cada kilómetro recorrido vas dejando atrás cualquier preocupación.  No importa nada.  El sol, la carretera, la Música y tú...
Te sientes libre.  El volante en tus manos, el suave ruido del motor...  Tienes la sensación de poder volar lejos de todo: problemas, preocupaciones...  El coche se desliza suavemente por las curvas.  Por un momento, te sientes capaz de tocar el cielo con la punta de los dedos...  Sabes que es imposible, pero soñar te reconforta.  No existe nada más: la carretera, la Música y tú...  La caricia del sol borra todo malestar de tu cuerpo y de tu mente.  Te recreas en esta maravillosa sensación.  Te lo mereces.  Nada más importa ahora mismo...  Imaginas que todo va bien ahí afuera.  En la cuneta quedan restos de nieve, quizás acumulados durante la noche.  No sientes frío.  El sol te mima por el camino...  Ves parajes de tonos verdes y marrones, bañados por el sol, apacibles...  Un águila se te cruza volando majestuosa.  Ella sí que puede acariciar el cielo...  La armonía te transporta a una sensación de paz y dicha...  Atesoras este momento en tu mente.


Música: B.S.O. Cinema Paradiso.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muy a menudo este sentimiento de satisfacción me acompaña, y es cuando, frente a cualquier adversidad, me llena de energía y de esperanza saber que sigo siendo humano. El establecer contacto con estas experiencias es de lo mejor para sanar.

yo también dijo...

Realmente hmeroso a la imaginación, no hay actividad más hermosa que aquellas que nos hacen sentir libres y humanos genuinos en plenitud <3

Paula 2.0 dijo...

Bueno, esto ocurrió de verdad. No lo escribí mientras conducía, pero tuve esa sensación de nostalgia por todo aquello que nunca podrá ser, al mismo tiempo que podía encontrar consuelo en las pequeñas cosas de la vida, como la caricia del sol, que impregnó mis pensamientos de esperanza y me reconfortó.
Me di cuenta de que podía imaginar pero realmente nunca podría alcanzar ciertas cosas.