viernes, 2 de abril de 2010

Viernes Santo



"¡Oh, no eres tú mi cantar! No puedo cantar ni quiero a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar."
Yo te canto a ti, Señor: no a una escultura.


Hace algunos años, cuando todavía iba al instituto, no entendía por qué Jesús tuvo que morir; y deseaba con toda mi alma poder teletransportarme a aquella época para conocerle, abrazarle y tratar de evitar que le hicieran pasar por todo el calvario que tuvo que sufrir y que le mataran. Aún se me encoge el corazón al pensar en lo que pasó.

Ahora entiendo que Dios es misericordioso, pero también justo. Como su justicia es implacable, alguien tenía que pagar por todos los pecados de la humanidad; y como es misericordioso y ama de forma incondicional al fruto de su creación, se hizo hombre para poder pagar él mismo nuestras merecidas penas.

Lo triste es que leo sobre las atrocidades que se cometían en aquella época y me doy cuenta de que no hemos cambiado en nada. Somos exactamente iguales y cometemos los mismos errores, aunque hayan pasado más de dos mil años desde entonces. Si Jesús hubiera vivido en el siglo XXI le hubiéramos hecho prácticamente lo mismo. :(

1 comentario:

Ernesto dijo...

Magnífica visión que contrarresta la saeta de machado y todas las saetas que no comprenden el verdadero Jesucristo no es el milagrero sino el de la Cruz